Gloria Argentina Cisneros, docente de nivel primario de la E.E.P. Nº793 Don Carlos Arnaldo Jaime, en Taco Pozo de Chaco, y Miguel Alejandro Rodríguez, profesor de educación técnica en la ET N°3 María Sánchez de Thompson de la Ciudad de Buenos Aires, fueron seleccionados entre los 50 finalistas del GEMS Education Global Teacher Prize 2026, que premia con US$1.000.000 a un docente excepcional que haya realizado un aporte destacado a la profesión. Fueron elegidos entre más de 5.000 nominaciones y postulaciones provenientes de 139 países de todo el mundo.
Es una suerte de “Nobel de la Educación” creado por la Fundación Varkey en colaboración con la Unesco para reconocer el importante rol que los docentes desempeñan en la sociedad. GEMS Education una organización fundada y dirigida por la familia Varkey y uno de los principales proveedores privados de educación que cuenta con más de 200.000 estudiantes de más de 176 nacionalidades en su red global de escuelas propias y gestionadas.
El premio está abierto a docentes en ejercicio que trabajen con niñas, niños y adolescentes en edad de escolaridad obligatoria o entre los 5 y 18 años de cualquier tipo de institución educativa y de todos los países del mundo. También son elegibles docentes que enseñen a partir de los 4 años en programas de educación inicial reconocidos por los gobiernos, docentes de medio tiempo y docentes de cursos en línea. Los postulantes deben dedicar al menos 10 horas semanales a la enseñanza y tener previsto permanecer en la profesión durante los próximos cinco años.
Gloria Argentina Cisneros es una educadora rural chaqueña que transformó una escuela remota en un centro de innovación, acceso educativo y desarrollo comunitario. Tiene 39 años y desde hace nueve viaja más de dos horas en moto de Taco Pozo a la Escuela N°793 Don Carlos Arnaldo Jaime donde trabaja. De lunes a viernes vive en la escuela, donde es directora, docente, cuidadora, administradora y líder comunitaria al mismo tiempo para los niños del Impenetrable.
En un entorno sin agua potable, servicios básicos ni atención médica cercana, Cisneros logró introducir tecnología, paneles solares y conectividad. Escolarizó a todos los niños de los parajes a su cargo, recorrió uno por uno para integrarlos al sistema educativo. Les consiguió becas a sus 15 alumnos actuales y también a unos 35 estudiantes más que viven en Taco Pozo, gracias a acuerdos que ella misma gestionó con ONG y donantes. También consiguió donaciones de agua potable para la escuela e impulsó mejoras para instituciones rurales vecinas.
En el aula, implementó muchos proyectos creativos: producción de libros escritos por estudiantes, un “zoológico de aula”, un “libro viajero” que busca expandir el horizonte cultural de los niños más allá de su realidad rural. También desarrolló “La biblioteca en mi casa” que busca construir en cada hogar de sus alumnos una biblioteca junto a las familias para que cada uno de ellos tuviera libros al alcance de su mano. Este proyecto fue tomado en cuenta como acciones de buenas prácticas docentes a nivel nacional.
Su jornada excede lo esperado en cualquier escuela: creó un contraturno diario para profundizar aprendizajes, recibe a niños de 3 a 5 años como “oyentes” para que lleguen alfabetizados a primer grado y realiza visitas domiciliarias para acompañar a las familias.
Y además, dedica tiempo a capacitar a colegas. Con una trayectoria marcada por el compromiso y el servicio, su sueño es construir una residencia estudiantil que permita a los jóvenes rurales completar sus estudios sin abandonar sus comunidades.
Miguel Alejandro Rodríguez es un docente de ciencia y tecnología que, desde hace más de 27 años, trabaja en escuelas públicas de la ciudad de Buenos Aires, donde busca que la educación sea también una herramienta de inclusión social.
Ante la desmotivación que observaba en las aulas, decidió reemplazar los exámenes tradicionales por una pedagogía basada en la empatía y la resolución de problemas reales. Así nació, en 2012, el Club de Ciencias Cóndor, un espacio que fundó y sostiene de forma independiente, abierto a jóvenes, en donde Rodríguez los guía para desarrollar soluciones de alto impacto social.
Y no solo eso, también busca que sus estudiantes conozcan diferentes realidades. En septiembre pasado, el proyecto “Más agua, más vida” de la Escuela Técnica N°3 donde hoy trabaja se llevó el primer Premio Docentes de la Ciudad. La iniciativa nació con la idea de ver qué tenía el agua. Los alumnos le sentían gusto y cuando se enfermaban querían saber qué tenía. Con esa idea crearon un kit tecnológico de bajo costo para analizar muestras de agua, detectar microorganismos y si era potable.
Una vez extraída la muestra, desarrollaron un software con inteligencia artificial para poder detectar si el agua era potable o no. Buscaban que sea una herramienta accesible para poder llevarla a comunidades vulnerables como Campo La Paz, en Salta. Les llevó casi un año desarrollarlo y hace tres que el proyecto tiene continuidad.
Fueron los alumnos de 14 y 15 años los que viajaron para enseñarles a otros estudiantes más chicos cómo funciona el kit y qué intenta detectar. “Vieron realidades distintas con respecto a otros chicos. Ahí, por ejemplo, si te olvidás de comprar algo, te falta azúcar, puede tardar dos días, porque les llega con mulas. Eso fue lo mejor, verlos a ellos en otros roles, como docentes”, explicó Rodríguez.
Su labor también ha sido premiada a nivel nacional por Innovar, Fundación YPF y Fundación Banco Petersen; y a nivel internacional con el Energy Globe Award 2024 de argentina, el Premio Mercosur de Ciencia y Tecnología, el Premio Zayed a la Sostenibilidad y el Dubai International Award.
“Felicitaciones, Gloria y Alejandro. El Global Teacher Prize fue creado con una misión simple: poner en primer plano a docentes como ellos: educadores cuya dedicación, creatividad y compasión merecen ser celebradas y compartidas con el mundo. Los docentes moldean mentes, despiertan confianza y abren las puertas a futuros más brillantes para sus estudiantes y para los demás. Su trabajo va mucho más allá del aula, toca vidas y transforma el mundo”, sostuvo Sunny Varkey, fundador del Global Teacher Prize.
Agustín Porres, director regional de Fundación Varkey, sumó: “Los docentes pueden hacer la diferencia. Pueden transformar, miles, millones de vidas. Y los que estamos alrededor de ellos tenemos que apoyarlos, celebrar su tarea y acompañarlos. Si queremos una mejor educación, reconozcamos a nuestros grandes docentes”.
Además de Cisneros y Rodríguez, fueron reconocidos en el Top 50 diez docentes de la región: Galileu da Silva Pires, de Brasil; Patricio Andrés Vilches Guerrero, de Chile; Jairo Rafael Castro Acosta y Joshue Castellanos Paternina, de Colombia; César Guillermo Fetzer Paz, de Guatemala; Nelsy Saray Valenzuela Flores, de México; Mónica Milagros Lanchipa Bergamini, de Perú; y Pablo Ariel Mollo Graña, de Uruguay.
La próxima etapa del sorteo consiste en la selección de 10 finalistas entre los 50 ya escogidos. El ganador del certamen será elegido entre esos 10 finalistas por la Academia del Global Teacher Prize y será anunciado en la World Governments Summit en Dubai del 3 al 5 de febrero de 2026.
Los docentes son evaluados en base a sus prácticas de enseñanza, su capacidad de innovar para abordar desafíos locales, la obtención de resultados de aprendizaje demostrables, su impacto en la comunidad más allá del aula, su contribución a la formación de ciudadanía global, su aporte a la mejora de la profesión docente y el reconocimiento obtenido de entidades externas.
Quien nomine a un docente escribe una breve descripción explicando por qué. Luego, el docente recibe un correo electrónico informándole sobre su nominación y se lo invita a postularse. Las personas interesadas podían postularse al Global Teacher Prize en www.globalteacherprize.org antes de la fecha de cierre en diciembre. Las postulaciones pueden enviarse en inglés, mandarín, árabe, francés, español, portugués y ruso.
