A lo largo del año, la actividad escénica estuvo atravesada por búsquedas y tensiones que no solamente se expusieron en los escenarios. De hecho, en diferentes momentos de 2025, artistas, gestores y referentes ganaron las calles para manifestar su desacuerdo frente a las medidas impulsadas por el gobierno central en su intento de modificar el funcionamiento histórico del Instituto Nacional del Teatro (INT), organismo de fomento clave para el entramado del circuito alternativo del cual mucho se nutre la actividad teatral en su conjunto. Aquella iniciativa fue vetada en el Congreso y todo volvió a punto cero. Aunque, en verdad, no tanto: en el reciente proyecto de Ley de Reforma Laboral algunos artículos, alertan las entidades del sector, afectan el financiamiento del INT, entre otros organismos culturales.
En medio de esa especie de campo minado, las grandes salas comerciales, que no son beneficiarias directas de estas líneas de fomento, se poblaron de una importante variedad de títulos. De hecho, durante los primeros 11 meses se estrenaron y repusieron 628 producciones, que es el nivel más alto de los últimos siete años. Muchos de esos títulos se basaron en versiones de viejas películas que protagonizaron grandes figuras convocantes que dan cuenta de una crisis preexistente: la de la falta de ficción en la televisión abierta que hace que varios actores y actrices apuesten al teatro.
Con base a los datos que aporta la cámara que nuclea al teatro comercial (Aadet), el año se inició con una temporada teatral porteña que cosechó preocupantes signos negativos en su comparación interanual. Llegada las vacaciones de invierno, el momento de mayor actividad, el panorama se fue reacomodando. En ese cambio de tendencia mucho tuvo que ver el arrasador paso de La sirenita que, con casi 200.000 entradas venidas en ocho semanas, superó el récord histórico de temporadas cortas que tenía Casados con hijos.
Casi en simultáneo, Nicolás Vázquez desembarcó con Rocky, un verdadero éxito de taquilla que fue uno de los títulos seleccionados por los críticos de LA NACION como los mejores del año junto con Una Navidad de mierda, con Verónica Llinás y elenco; y La ballena, protagonizada por Julio Chávez.
En el acumulado de enero a noviembre la asistencia de público en el circuito comercial se mantuvo levemente arriba con respecto a 2024. La gran cantidad de estrenos y reposiciones que se produjo tuvo su lado B: durante el segundo semestre, los 10 títulos más taquilleros se fueron quedando con alrededor de la mitad del público total. Lógicamente, eso tiene su efecto en las boleterías. En noviembre, mes en el cual se produjo un fuerte incremento en la audiencia teatral, 10 producciones sobre un total de 174 concentraron el 53 por ciento de la recaudación total. En julio, esa cifra había trepado al 64 por ciento. La situación aporta una foto preocupante para la actividad.
En el mapa de los teatros públicos porteños, cuyas naves insignias son el Teatro Nacional Cervantes y el Complejo Teatral, la producción de La revista del Cervantes fue como una especie de Rocky o La sirenita para una sala sostenida con dinero estatal. Protagonizada por Marco Antonio Caponi, Sebastián Suñé y Mónica Antonópulos, acaparó la atención de 65.000 espectadores en 96 funciones y ganó varios premios. Pero entre plumas y monólogos políticos dejó otra foto: fue el único estreno del año en la sala mayor del Cervantes cuando, en tiempos no tan lejanos, se estrenaban dos y hasta tres títulos propios que hacían sus respectivas temporadas.
Según información oficial, a lo largo del año las producciones de dicha sala (tanto en su sede central como en aquellas obras que se presentaron en el interior) fueron vistas por 105.000 personas. Como referencia, el año pasado habían asistido más de 70.000 espectadores, pero diez años atrás, 220.700.
En el mapa del Complejo Teatral, que depende del gobierno porteño sus apuestas fuertes fueron las protagonizadas por Joaquín Furriel, con la versión de Ricardo III; y por Luciano Castro, con Sansón de las islas. Con base en registros oficiales del organismo que reúne a ocho salas se produjo una baja de audiencia entre espectáculos pagos de danza y teatro: 270.000 personas este año frente a las 306.000, de 2024.
Hay otras fotos posibles de 2025. El Ministerio de Cultura porteño no concretó su festival dedicado a la danza contemporánea, el FIBA (el encuentro escénico de mayor importancia del país) perdió su continuidad; y el INT no concretó su histórica Fiesta Nacional del Teatro, de tanta importancia para los creadores del interior. En medio de este panorama, la escena alternativa debió lidiar con un INT casi paralizado durante un largo período mientras se debatía su futuro en el Congreso y en Proteatro, el organismo de fomento porteño, se produjeron serias demoras administrativas en el pago de los subsidios.
Aún frente a este panorama de vientos cruzados y situaciones críticas, el circuito independiente no detuvo su marcha. Hubo una nueva edición de Paraíso Club, una cuidada y amorosa iniciativa autogestiva y asociativa; y una variada programación de lenguajes escénicos muy diversos.
Según los críticos de LA NACION, las obras más destacadas de 2025 fueron Incidente en Vichy, el texto de Arthur Miller adaptado y dirigido por Pablo Gorlero; LOCAL/cito, creación de María Figueras; En mitad de tanto fuego, dirigida por Alejandro Tantanian; Una sombra voraz, de Mariano Pensotti en su vuelta al circuito alternativo, y Saros uranistas, creación de Juanse Rausch, una de las figuras del año.
Tal vez como forma de definir búsquedas estéticas a futuro resulta sugestivo la variedad de acciones que repararon en creadores claves de la escena independiente de los 80 y los 90. El grupo Piel de Lava revisitó el legado de Gambas al Ajillo en una lúcida y lúdica performances que tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno. En el mismo Moderno, una gran instalación revisitó las creaciones de El Periférico de Objetos. En paralelo, en el Teatro San Martín el grupo Los Macocos recreó su propia historia que hizo explotar las trasnoches del Rojas de hace más de 30 años.
Como ya viene sucediendo, durante 2025 se fueron profundizando los imprecisos límites entre los tres circuitos teatrales porteños. Obras nacidas y criadas en salas pequeñas pasaron a teatros más grandes de la Avenida Corrientes. Para los elencos, la “mudanza” puede permitirles llegar a otros públicos y alargar la vida de la obra; claro que las salas en donde nacieron esas perlas van perdiendo a sus títulos convocantes. Como signos de los tiempos, varias obras de la escena estatal son coproducidas junto con privados y, cumplida la primera etapa de la temporada, pasan a salas comerciales. En esta línea, el Cervantes abrirá su programación de 2026 con una producción privada.
La revista del Cervantes (Libro original: Alfredo Allende, Sebastián Borensztein, Juan Francisco Dasso, Marcela Guerty, Juanse Rausch; dirección general: Pablo Maritano).
Rocky (Libro original: Thomas Meehan y Sylvester Stallone. Versión: Fernando Mallorens y Federico González del Pino. Dirección: Nicolás Vázquez y Mariano Demaría).
Una Navidad de mierda (Autor: Markos Goikolea Unzalu. Dirección: Verónica Llinás, Peto Menahem).
La ballena (Autor: Samuel D. Hunter. Dirección: Ricky Pashkus).
La viva voz (Autores: Fabián Díaz y Andrés Gallina. Dirección: Pablo Ramírez).
Incidente en Vichy (Autor: Arthur Miller. Adaptación y dirección: Pablo Gorlero).
Localcito (Autoría y dirección: María Figueras).
En mitad de tanto fuego (Autor: Alberto Conejero. Versión y dirección: Alejandro Tantanian).
Saraos uranistas (Autor y director: Juanse Rausch).
Una sombra voraz (Autor y director: Mariano Pensotti).
* Según los críticos: Alejandro Cruz, Valeria Agis, Carlos Pacheco, Mercedes Méndez, Leni González, Gustavo Lladós y Juan Carlos Fontana.

