El Gobierno Federal presentó la Estrategia Nacional de Educación Financiera con la intención de algo más que transmitir información, sino priorizar el desarrollo de habilidades, actitudes y comportamientos financieros que mejoren el bienestar de las personas.
Dentro del documento se establece un apartado sobre las ciencias del comportamiento, ¿cuál es el papel que juegan para lograr el objetivo? Es una de las nueve dimensiones fundamentales consideradas para fomentar el desarrollo de capacidades financieras en la población.
Se explica que, a través de la disciplina de la economía del comportamiento, rama que fusiona principios económicos con hallazgos de la psicología y otras ciencias sociales, se busca entender cómo las personas toman realmente decisiones económicas.
El rol de las Ciencias del Comportamiento en la Estrategia Nacional de Educación Financiera está relacionado en transformar el conocimiento en acciones y hábitos sostenibles, superando la brecha existente entre lo que la gente sabe y lo que realmente hace.
1. Identificación de factores de decisión: Ayuda a identificar sesgos cognitivos, hábitos, normas sociales y factores emocionales que influyen en las decisiones financieras de la población. Esto se debe a que la evidencia demuestra que las personas no siempre actúan según lo que saben, sino que factores psicológicos, emocionales y contextuales impactan sus decisiones.
2. Superar la brecha conocimiento-acción: La ENEF utiliza la Economía del Comportamiento como un aliado central para impulsar un enfoque que vaya de lo que los mexicanos "saben" a lo que realmente "hacen". El conocimiento por sí solo no es suficiente para generar cambios sostenidos, ya que las decisiones están profundamente influenciadas por el entorno y los sesgos conductuales.
3. Análisis de sesgos: Se enfoca en las limitaciones cognitivas, emocionales y sociales que afectan la racionalidad en la toma de decisiones. El análisis busca que las personas reflexionen sobre su toma de decisiones para que puedan identificar cuándo son susceptibles a sesgos, como el sesgo al presente, la aversión a la pérdida o la sobreconfianza, y así adoptar prácticas financieras más sólidas.
4. Promoción de hábitos: La meta es asegurarse de que los conocimientos transmitidos se conviertan en la base de hábitos y conductas financieras que permitan mayores niveles de bienestar financiero.
La integración de las ciencias del comportamiento contribuye al éxito de la Estrategia a través de métodos de diseño de políticas más efectivos y resultados medibles:
A través de seis objetivos, la Estrategia define una ruta clara para implementar acciones de educación financiera en el país, con mecanismos de coordinación, seguimiento y evaluación de resultados.
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